“Los bancarios mostraron una solidaridad y una capacidad
de lucha que sorprendió a otros sectores de la clase
trabajadora”
Nadie nace de un repollo. Todos nosotros tenemos, como individuos y como grupo, una historia que nos hace ser quien somos. Un origen al cual remitirnos para buscar explicaciones del presente y lecciones para el futuro. De esta necesidad de bucear en nuestra historia (y nuestras historias) como laburantes, nació esta sección de la revista. Para esta entrega, nos acercamos a conversar con el historiador Omar Acha, que ha publicado diversos trabajos sobre el gremio bancario, su historia y sus luchas.
¿Cómo fue que te acercaste a investigar la historia del gremio bancario?
Me interesaba, sobre todo, estudiar las formas del activismo en un gremio particular (porque no es industrial) como el de los bancarios. Y de ese modo comencé a trabajar sobre las huelgas bancarias, sobre todo la de 1948 y 1950. Pero después me di cuenta que era preciso avanzar más allá de la caída del peronismo y estudiar lo que pasaba durante la llamada “revolución libertadora” (1955-1958) y luego durante el gobierno de Frondizi (1958-1962). Ahí fui entendiendo que desde el 45 se va dando un proceso de movilización y de autoorganización en el gremio bancario que recién se va a cerrar con la derrota de la huelga de 1959. Me fui interesando por lo que es la historia del gremio bancario, que es una historia que va más allá incluso de su sindicato, la Asociación Bancaria. Lo que se puede ver en mi libro [N.: Las huelgas bancarias de Perón a Frondizi, publicado por Ediciones del CCC, en el año 2008], es una historia mucho más rica que la historia de su sindicato, ya que lo que muestran esas huelgas es que la historia de la movilización de trabajadores de bancos es mucho mas densa y rica que las políticas que se planteaban desde la Asociación Bancaria. Por un lado, había unas prácticas institucionalizadas por la conducción del gremio. Por el otro, un proceso de autoorganización de delegados de base y de coordinación entre ellos, que en los momentos mas críticos pudieron incluso reemplazar a las direcciones establecidas.
Desde tu lugar de historiador, ¿qué importancia pensás que puede tener la historia para un laburante o un colectivo de trabajadores?
Creo que lo importante en este sentido es que sirva para recuperar tradiciones de lucha, y tratar de concebir una identidad de pertenencia a una determinada clase social, la clase trabajadora. Esa pertenencia a una historia mayor posibilita recuperar maneras de entender, de organizarse, de encontrar símbolos en común que permitan pensar nuevas proyecciones. Y que no se produzca eso que busca el capitalismo que es disgregar, o instalar esa idea de que los individuos tienen intereses únicos, propios, y que son antagónicos al de quien esta al lado; esa mirada que busca romper las formas de solidaridad. Conocer la historia del gremio (que, insisto, es mayor que la de sindicato) es una buena entrada para construir formas de identificación y de colectividad.
Vos hablabas del tema de la identidad. Y en tu libro hacés mención a una tensión de fondo en lo que significa ser un bancario; en tanto que miembro, a la vez, de la clase media y de la clase obrera. Por un lado, una cuestión mas política y cultural. Por el otro, una cuestión más técnica, el tema de una mecanización en el proceso de trabajo cada vez mayor… ¿Cómo es eso?
Entre la década de 1940 y la de 1960 se produce un pasaje lento, difícil y complejo entre una identificación que aleja al bancario del obrero (visto como “trabajador sin cultura”), y una nueva identidad donde pasa a formar parte integral del movimiento obrero. Esto obedece a transformaciones sociales que influyen también en los estatales, los docentes… no son los bancarios los únicos trabajadores más “intelectuales” o educados que pasan a formar parte de la clase trabajadora. En ese proceso de adhesión a un movimiento obrero, los conflictos fueron fundamentales. La organización sindical y los procesos de lucha fueron importantes, donde convergían las huelgas bancarias con las huelgas de los ferroviarios, de los petroleros… y surgían formas de solidaridad que excedían estas diferencias culturales o técnicas, donde había una movilización general de la clase trabajadora y, a pesar de los distintos orígenes y características, había una unidad en la lucha. Y esto pasa también en el aspecto más ideológico: en los momentos de conflictos, en el gremio bancario había peronistas pero también socialistas, radicales, comunistas, y de otras tendencias incluso… pero se hacía prevalecer la solidaridad de clase. La condición de bancario unificaba a todos esos sectores y excedía las diferencias ideológicas para forjar una solidaridad y una capacidad de lucha que sorprendió a muchos otros sectores de la clase trabajadora, que veían a los bancarios como miembros de una clase media conformista, egoísta y no combativa. Y lo que yo intento mostrar es que esa solidaridad de clase introdujo a los bancarios en el seno de la clase trabajadora no sólo en torno a imágenes o ideas sino en la movilización y en la lucha reales.
“Fueron la unidad y la movilización las que
llevaron a los bancarios a ese gran triunfo en la huelga de
1958”
Nos contabas que llegaste al estudio del gremio bancario a partir del estudio del peronismo. ¿Qué contradicciones, qué influencias mutuas encontraste entre el gremio bancario y el peronismo como movimiento?
Lo que sucede con el peronismo es el crecimiento a nivel nacional de la Asociación Bancaria. Fundada en 1924, tenía sede en las grandes ciudades de la Argentina, pero a partir del 45 pasa a tener una cobertura territorial más nacional, el sindicato se hace mas fuerte y llega con sedes a todos lados. Y pasa a tener mucha mayor unidad, porque lo que hace el peronismo es nacionalizar los bancos. Si bien seguían existiendo los bancos privados, sus fondos están regulados por el Banco Central. Entonces, en cierto modo, todos los bancos están nacionalizados, y todos los empleados pasan a tener una cobertura y una perspectiva más nacional. Esto tendrá una asociación muy fuerte con la dinámica que va a tener el peronismo en su vocación de “peronizar” el conjunto del movimiento obrero. La Bancaria no es la excepción, aunque a nivel de la militancia de base, en los lugares de trabajo, persisten distintas identidades ideológicas: radicales, comunistas, socialistas, etc.
Por otra parte, durante el primer peronismo los aumentos salariales para los bancarios son mucho menores que en otros gremios, lo que produce un malestar en las bases de un sindicato que, sin embargo, es oficialista. Así se llegan a producir dos huelgas muy importantes, la del 48 y la del 50. Esto nos habla de un gremio muy inestable, que no pudo ser “peronizado” del todo en esa época. Va a ser uno de esos gremios con una lucha interna muy fuerte, y eso perdura hasta hoy. Uno ve al gremio bancario a lo largo de su historia, y no ve una unidad compacta en torno a un liderazgo y una ideología.
En tu libro hablás de que a partir de 1955 comienza a haber una mayor afinidad entre los bancarios peronistas y los no peronistas. ¿A qué se debe esto?
Lo que todos comprenden poco después de la caída del peronismo es que el gobierno militar era peor, que no venia a ofrecer ninguna alternativa real. Por otra parte, los trabajadores del gremio siguen manteniendo una solidaridad de clase, y están en contra de que expulsen a los trabajadores peronistas. Ellos piden que se incorpore a los compañeros despedidos durante el peronismo (luego de la huelga de 1950) pero también de los despedidos durante la dictadura de la “Libertadora”. Ahí persiste una solidaridad, prevalece una identidad de clase por sobre las divergencias ideológicas. Y después, a medida que las demandas salariales se incrementen y el gobierno militar entre en crisis, vuelve a producirse esa unidad y esa movilización que los va a llevar a un gran triunfo en la huelga de 1958.
Algo que leimos en tu libro y nos resultó muy impactante, fue la militarización de los bancarios durante esa huelga. Los movilizaban a distintos regimientos y después volvían rapados al barrio, al laburo, y eran recibidos como héroes. ¿Te encontraste con otros episodios de estas características durante tu investigación?
Bueno, todos los bancarios a los que entreviste (entreviste bancarias también, pero ellas no fueron militarizadas porque la colimba era sólo para hombres) recuerdan de una manera muy viva la capacidad que tuvieron para ocupar las calles, combatir con la policía, armar piquetes, eludir la represión, imprimir volantes, la capacidad de autoorganización y movilización, la construcción de distintos comités de huelga con sus respectivos suplentes (porque los titulares caían en cana enseguida). Éstas eran practicas que ellos no inventaron, sino que tomaron de las experiencias de lucha de la clase trabajadora y que a todos impacto mucho viniendo de este gremio.
Lo que también aparece en tu relato es el rol de los almaceneros, que le fiaban a los bancarios durante la huelga…
Esa era una práctica muy tradicional de la clase trabajadora. Ya desde la época de las huelgas anarquistas, socialistas. Fundamentalmente, porque en el barrio los que le compraban al almacenero eran los trabajadores, con lo cual ese comerciante tenía interés en que esos trabajadores no sólo siguieran empleados sino que también ganaran más. Entonces, se daba un proceso de solidaridad que excedía a la lucha de clases más tradicional para incorporar también a todas esas formas de sociabilidad más barrial.
ACHA x ACHA
“Soy historiador y docente en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, y uno de los temas que más me interesaron desde siempre es la cuestión del peronismo, por la importancia que tiene este fenómeno a la hora de actuar y hacer política. Yo trabajé mucho alrededor de mi interés por cómo se forman las lealtades populares en torno al peronismo, y en esas investigaciones empecé a trabajar la relación entre movimiento obrero y peronismo, un tema que había estado muy poco analizado después del retorno de la democracia.”
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